El león del Atlas o león de Berbería
(Panthera leo leo) es una subespecie de león originaria del norte
de África que hoy se
encuentra extinta
en libertad. Se desconoce el número exacto de leones del Atlas que se
encuentran en cautividad, incógnita que aumenta cuando se tiene en cuenta que
muchos de los ejemplares recluidos en zoológicos
y circos no son individuos puros,
sino cruces con otras subespecies de leones desde hace varias generaciones.
Descripción
Al león del Atlas se le considera como la
tercera subespecie de mayor tamaño conocida de león, justo por detrás del león de las
cavernas y el león americano que
vivieron durante el Pleistoceno
en Eurasia y Norteamérica.
Los machos se caracterizan por su larga y
espesa melena negra, que se prolonga por el pecho y los costados de forma
similar a su más próximo pariente, el león asiático.
El oscuro color de ésta contrasta fuertemente con el pelaje de color arena
claro, muy corto, que recubre el resto de su cuerpo. La melena de alrededor de
la cara no es oscura, sino rojiza.
Al contrario que otros leones, el del Atlas es
(o era) un depredador de bosque, habituado a cazar en los espesos pinares de
las montañas del Atlas. No obstante, el león del Atlas también
se adentraba en zonas más llanas y peladas, llegando por el oeste hasta el
moderno Sáhara
Occidental y por el este estando igualmente presente en los llanos Libia, Egipto y Sudán como en la montañosa
Etiopía.
El león del Atlas es semejante al resto de
leones en su comportamiento, aunque el distinto hábitat y su mayor tamaño
le hacían un eficaz cazador en solitario o en pequeños grupos, por lo que
cuando vivía en libertad era menos sociable que otras subespecies de leones.
Entre sus presas típicas estaban el ciervo común, el gamo persa, el asno salvaje del Norte de África, el arruí, el jabalí y diferentes antílopes. Para hacerse con estos animales los
leones del Atlas competían con osos
y leopardos, también
extintos hoy en día en el África septentrional.
Hacia el final de sus días en libertad, la
falta de presas impulsó a los leones del Atlas a depredar sobre animales
domésticos, principalmente burros, cabras
y dromedarios, lo que
aumentó su persecución.
Declive y extinción
Ningún pueblo dio tanta
importancia a este animal como los romanos, que los
importaron durante siglos para que participasen en sangrientos combates
circenses contra otras fieras, o devorasen gladiadores, prisioneros y
condenados cristianos. La posesión de leones llegó a convertirse en un símbolo
de poder, hasta el punto de que Julio César llegó a tener
un cortejo de 600 leones del Atlas, y Pompeyo, uno de 400. Las
capturas de los romanos hicieron mella en las poblaciones del Atlas, pero no
tuvieron consecuencias tan dramáticas para los leones como la introducción de
las armas de fuego en el Norte de África, unido a la mejora de las técnicas de
pastoreo, la construcción de carreteras y la desaparición de los alcefalos o
búbalos norteafricanos junto con otras presas naturales, fueron obligados a
nutrirse exclusivamente de los animales domésticos, a consecuencia
de ello, los pastores y las autoridades rurales declararón al león una guerra a
muerte.
Estado de conservación: Extinto en libertad (UICN)
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