Los aye-ayes son de color negro o marrón oscuro, y se distinguen
por su tupida cola, que es más larga que su cuerpo. También se caracterizan por
tener ojos grandes, dedos finos y orejas sensibles de gran tamaño. Los aye-ayes
tienen uñas puntiagudas en todos los dedos de pies y manos, a excepción de los
dedos gordos prensiles de los pies, que le permiten colgarse de las ramas.
Pasan su vida en los árboles de la selva tropical,
y evitan bajar al suelo. Son nocturnos y durante el día se acurrucan en nidos
con forma de bola que construyen con hojas y ramas. Los nidos tienen la
apariencia de esferas cerradas con un único orificio de entrada, y están
situados en las bifurcaciones de árboles grandes.
Apostado en las alturas, el aye-aye golpea los árboles con su
largo tercer dedo y escucha el movimiento de las larvas de insectos que horadan
la madera debajo de la corteza. Utiliza el mismo dedo para extraerlas, y
también para sacar la pulpa de cocos y otras frutas que complementan su dieta
insectívora.
Muchos indígenas de Madagascar creen que el aye-aye trae malos
augurios. Por este motivo, a menudo los han matado nada más verlos. Esta caza y
la destrucción de su hábitat han puesto en grave peligro al aye-aye. En la
actualidad están protegidos por la ley.
Estado de conservación: Casi amenazado (UICN)
No hay comentarios:
Publicar un comentario