El fosa o fossa (Cryptoprocta
ferox) es una especie
de mamífero carnívoro de la familia Eupleridae. Es el carnívoro nativo más grande de Madagascar. A pesar de su gran
parecido tanto físico como en costumbres con los cánidos y félidos, el fosa es en realidad
un representante de los eupléridos.
Dada la ausencia de otros mamíferos carnívoros en
Madagascar, el fosa es el depredador dominante de la isla y principal cazador
de los lémures
después del hombre.
No se debe confundir este animal con otro
euplérido, cuyo nombre científico (Fossa fossana)
puede llevar a equívocos.
Descripción
Las orejas son amplias y el morro menudo. El pelaje es corto, entre
leonado y rojizo.
El cuerpo es alargado, musculoso y ágil. Los
fosas pueden correr a gran velocidad por el suelo y subirse a los árboles
asombrosamente rápido, gracias al extraordinario agarre de sus patas desnudas y
provistas de garras retráctiles (característica típica de los felinos). Incluso pueden saltar
de un árbol a otro como si se tratasen de pequeñas ardillas, con lo que raramente
dejan escapar a su presa. De hábitos nocturnos, se alimenta de lémures y aves, que a veces caza al
vuelo. Cuando el fosa camina sobre el suelo, lo hace de forma plantígrada.
Habitan en los bosques secos del centro y oeste
de Madagascar, donde los árboles están espaciados entre sí, dejando abundante
vegetación herbácea y arbustiva entre ellos. Son animales solitarios y
territoriales, que marcan su dominio gracias a las secreciones de potentes
glándulas odoríferas.
Reproducción
A pesar de su menor tamaño, las hembras son
territoriales al igual que los machos y son ellas las que deciden a que machos
permiten aproximarse para reproducirse. En cualquier momento, la hembra
desencantada puede retirarse, incluso en mitad del apareamiento. El número de crías varía en cada parto; éstas nacen
desnudas y sin dientes, y dependen completamente de su madre hasta que cumplen
un año de edad. Hacia los tres años maduran completamente y pueden
reproducirse.
Relación con el hombre
En Madagascar, el fosa es considerado un animal
casi diabólico. Circulan todo tipo de leyendas sobre él advirtiendo de
su supuesto peligro para los humanos, desde que es capaz de adormecer a una
persona lamiéndole la cara para luego arrancarle los intestinos, hasta su
supuesta fijación por raptar bebés humanos. En las zonas rurales se le acusa de
matar gallinas,
patos y cerdos. Por ello, no son raras
las batidas para acabar con algunos ejemplares, a pesar de que la especie está
protegida por el gobierno de Madagascar. La caza, unida a la destrucción de su hábitat, ha reducido enormemente
su población. Fue declarado vulnerable por la IUCN en 2008, y se estima que hoy en
día deben de quedar menos de 2500 ejemplares en libertad, algo catastrófico debido a lo poco que se sabe
aún de su biología y comportamiento en su medio natural.
Los fosas no son merecedores de la fama que
tienen en Madagascar. Se acostumbran fácilmente a la vida en cautividad, donde se muestran
dóciles y afectivos con sus dueños. En estado doméstico viven una media de 20
años.
Estado de conservación: Vulnerable (UICN)
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